EL CRIMEN DE LA PERRA CHONA, ESE HECHO INOLVIDABLE
Hacia el otoño de 2012, Víctor Batista y Mario Vega nos hicieron una proposición indecente: que escribiéramos un dramático-musical, de asunto policiaco, para Los Gofiones.
A aquel juego que nos proponían, Mario y Víctor añadían un último ítem: la obra no podría tener un esquema convencional. Debía ser no lineal, transcurrir al mismo tiempo en escenarios diversos, desarrollar escenas paralelas en diferentes formatos incluyendo el microteatro y el gran musical.
A aquel juego que nos proponían, Mario y Víctor añadían un último ítem: la obra no podría tener un esquema convencional. Debía ser no lineal, transcurrir al mismo tiempo en escenarios diversos, desarrollar escenas paralelas en diferentes formatos incluyendo el microteatro y el gran musical.
Así pues, sería una fusión (acaso la primera entre nosotros) de música popular, novela enigma y teatro contemporáneo. Desde el principio, nos propusimos partir de un crimen real que hubiese ocurrido en Gran Canaria. No nos costó dar con el crimen perfecto: el caso de la perra Chona. Era ideal por varios motivos: nunca llegó a saberse nada con certeza (incluida la identidad de la víctima), por lo cual crear una ficción tomándolo como excusa no reavivaría el dolor de nadie; el suceso había conmocionado a la sociedad isleña; la prensa lo convirtió en una serpiente periodística; nos permitía explorar todos los asuntos que nos interesaban en aquella época y tratar, a través de ellos, algunos que a nosotros, como escritores, nos preocupan hoy en día.
El crimen de la Perra Chona fue naciendo así, en largas sesiones de trabajo y eternas conversaciones telefónicas o telemáticas desde los respectivos domicilios de sus autores. Durante ese tiempo, cambiaron esquemas, perfiles de personajes, estilos e, incluso, la identidad del asesino. Sabíamos que aquello que había comenzado como un juego, iba convirtiéndose en algo importante. Pero no fuimos capaces de imaginar (e imaginar es nuestro oficio) que nuestra propuesta acabaría convirtiéndose en el irrepetible espectáculo que pudo verse en Las Palmas de Gran Canaria en junio de 2014, ese hecho inolvidable.
Antonio Lozano y Alexis Ravelo