Música: Juan Carlos Cobián
Arreglos: Juan Agustín Cáceres
Solo: Jonathan Campos
Turbio fondeadero donde van a recalar
barcos que en el muelle para siempre han de quedar.
Sombras que se alargan en la noche del dolor,
náufragos del mundo que han perdido el corazón.
Puentes y cordajes donde el viento viene a aullar,
barcos carboneros que jamás han de zarpar.
Torvo cementerio de las naves que, al morir,
sueñan, sin embargo, que hacia el mar han de partir.
¡Niebla del Riachuelo!,
amarrado al recuerdo
yo sigo esperando.
¡Niebla del Riachuelo!,
de ese amor, para siempre,
me vas alejando.
Nunca más volvió,
nunca más la vi,
nunca más su voz nombró
mi nombre junto a mí,
esa misma voz que dijo: "¡Adiós!".
Sueña, marinero, con tu viejo bergantín,
bebe tus nostalgias en el sordo cafetín.
Llueve sobre el puerto, mientras tanto, mi canción;
llueve lentamente sobre tu desolación.
Anclas que ya nunca, nunca más, han de levar,
bordas de lanchones sin amarras que soltar,
triste caravana sin destino ni ilusión,
como un barco preso en la "botella del figón".
A Enrique Cadícamo (1900-1999), que utilizó también los seudónimos de Rosendo Luna y Yino Luzzi, poeta, escritor y autor teatral, se le reconoce la autoría de más de 1200 canciones registradas. Una buena parte de ellas son tangos.
De él decía : “El tango es una cosa muy humilde, muy sencilla. Lo tocaban tipos que no tenían preparación académica musical como Ángel Villoldo, Eduardo Arolas, Enrique Delfino… Era un sentimiento que valía más que toda la parte ortodoxa que pudiera tener la partitura”
De la fructífera union que formó con Juan Carlos Cobián, llegó el éxito de su Nostalgias y el director de cine Luis Saslavsky, les solicita un tango para su película La fuga. La pareja crea Niebla del Riachuelo que, interpretada en el filme por Tita Merello y estrenada en el cine Monumental el 28 de Julio de 1937, versionamos en éste trabajo.
Cadícamo parece establecer una simbiosis entre el ambiente sórdido que, en general, envuelve al tango, con el ”turbio fondeadero” del Riachuelo y sus naves, esperanzadas, “soñando que hacia el mar han de partir, y con la historia de un amor que, irremisiblemente, arrastra la niebla.
Referencias:
Semblanza de Cadícamo, de Ariel Carrizo Pacheco: http://cadicamo.es.tl/