Cambalache

Letra y música: Enrique Santos Discépolo
Arreglos: Los Gofiones
Solo: Víctor Batista


Que el mundo fue y será
una porquería, ya lo sé,
en el quinientos seis
y en el dos mil también.

Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
valores y dublés.

Pero que el siglo veinte
es un despliegue

de maldad insolente
ya no hay quien lo niegue.


Vivimos "revolcaos"
en un merengue
y en un mismo lodo
todos "manoseaos".

Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor,
ignorante, sabio, chorro,
generoso, estafador.
 

Todo es igual,
nada es mejor:
lo mismo un burro
que un gran profesor.

No hay "aplazaos",
ni escalafón
,
los inmorales
nos han igualao.


Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón.

Qué falta de respeto,
qué atropello a la razón,
cualquiera es un señor,
cualquiera es un ladrón.

“Mezclao” con Stavisky,
va don Bosco y la Mignón,

don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín.

Igual que en la vidriera
irrespetuosa

de los cambalaches
se ha "mezclao" la vida,

y herida por un sable
sin remaches

ves llorar la biblia
juanto a un calefón.

Siglo veinte, cambalache
problemático y febril.
El que no llora, no mama,
y el que no afana es un gil.

Dale no más,
dale que va,
que allá en el horno
nos vamo' a encontrar.

No pienses más,
échate a un "lao",

que a nadie importa
si naciste "honrao".


Es lo mismo el que labura

noche y día como un buey,

que el que vive de los otros,
que el que mata o el que cura
o está fuera de la ley.






Enrique Santos Discépolo, también llamado Discepolín, en irónica contradicción con su enjuta apariencia, fue actor, dramaturgo y cineasta, aunque destacó como compositor y letrista de tangos. Debutó como actor en 1917 y como dramaturgo en 1918. En 1925, comienza a componer los tangos cuyas letras angustiadas e irónicas lo convertirían en uno de los grandes renovadores del género. Entre sus mayores éxitos figuran Cambalache (1935), Uno (1943) y Cafetín de Buenos Aires (1948).


La cruda e irónica denuncia de los vicios sociales, definen a este tango como un tema universal con plena vigencia en cualquier época y, por supuesto, casi más que nunca, en la actualidad y en nuestro país.